«LA TRAMPA»: COLUMNA DE OPINION DE NUESTRO RECTOR LUIS MUÑOZ
Seguramente los mayores recordarán la serie animada del “Correcaminos» que tiene ya más de 70 años desde su creación y en la que el Coyote, utiliza ingeniosas trampas para intentar capturar a un ave que corre tan rápido como el viento. De manera curiosa, el personaje que más simpatía causaba era el coyote, el supuesto villano de la historia, que provocaba que uno incluso empatizara con su persistencia e ingenio hasta compadecerse de su torpeza y desventura.
Es muy probable que si el Coyote hubiese dejado como carnada un teléfono móvil, habría tenido una oportunidad segura de atrapar al correcaminos, evitando tantos infortunios. Bastaba con algún video divertido o un videojuego atractivo para detener la carrera frenética del correcaminos.
Tal como lo plantea Carolina Pérez Stephens en su libro “Secuestrados por las pantallas”, pareciera que muy pocos se dan cuenta de que el uso desregulado de estos artefactos es simplemente una adicción y no sólo para niños y adolescentes, sino también para adultos. Una suerte de hipnosis colectiva como en “Fahrenheit 451” (Ray Bradbury), pero mucho más sofisticada ya que la portabilidad y cantidad de contenidos sobrepasa abismalmente la idea de control planteada en la novela distópica del escritor estadounidense.
El primer desafío que tenemos, como adultos, es comenzar poco a poco a autodisciplinarnos con el uso de las nuevas tecnologías, buscar momentos y actividades en familia o con amigos que prescindan de su uso. Si las utilizamos, idealmente que sea para fines de aprendizaje y que tomemos conciencia de las señales de adicción, comprendiendo que si nosotros no lo podemos controlar, mucho menos lo harán nuestros hijos.
Estudios recientes estiman que los chilenos ocupamos en promedio cinco horas diarias nuestros equipos móviles y la Región de Los Lagos tiene el tercer lugar nacional de máximo tiempo de uso. ¿Qué relación habrá entre este sobreconsumo de las tecnologías (celular, video juegos, plataformas digitales) con un evidente aumento de crisis de angustia, depresión adolescente, falta de control y agresividad, problemas de salud mental que tienen de cabeza a familias y escuelas en búsqueda de ayuda y herramientas para comprender y ayudar a nuestros hijos-estudiantes?
Tal vez una alternativa de mejora sea educar adecuadamente sobre su uso, capacitaciones de parte de profesionales del área que expliquen a los niños y a las familias cómo la tecnología vulnera la voluntad de los usuarios porque no son ellos quienes deciden, hay equipos de especialistas detrás de cada aplicación, juego o plataforma que buscan crear la dependencia que, finalmente, hace que su negocio sea exitoso.
Con esto, no pretendo demonizar la tecnología. Por el contrario, creo que es fundamental aprender de sus ventajas y también considerar sus desventajas para que seamos nosotros, quienes, libremente, le demos un uso correcto.
La recreación como concepto debe recuperar los espacios y el carácter lúdico de compartir en los patios, pasillos, bibliotecas y en todos los lugares donde es posible educar. Es necesario corregir la idea de que tecnología es un sinónimo de diversión porque, muy a nuestro pesar, está más cercano a la evasión, control e individualismo extremo.
Ojalá que las escuelas y familias puedan superar esta trampa para recuperar el tiempo y la cercanía que nuestros niños/as y adolescentes requieren. Tal vez el problema no está en ellos sino en nosotros, los adultos, que hemos propiciado una situación desregulada porque nos cuesta mucho reconocer que somos parte del problema.
https://www.australosorno.cl/impresa/2023/04/16/full/cuerpo-reportajes/2/?fbclid=IwAR15oLuasp6XZNY8a5awYpUqgOQE0-OS-nLfUROAZXZq5PdxUiiflCi7V18
