«LA DESPEDIDA»: COLUMNA DE OPINIÓN DE NUESTRO RECTOR, LUIS MUÑOZ
El término del año escolar nos suele dar la oportunidad de vivir momentos de profunda emotividad que hacen de la acción educativa una instancia trascendental en la vida de las personas.
Hace unos días, presencié un hecho realmente conmovedor, propio de un final de película como en “Al maestro con cariño” o “Los escritores de la libertad”. Después de 30 años de docencia en el mismo establecimiento educacional, la profesora Karime Zaror Mercado se despedía de las aulas, de los niños y niñas, y de sus colegas: fue el adiós a un lugar que, de alguna forma, se transformó en su segundo hogar.
Para quienes no tienen familiares o amigos cercanos dedicados a la educación debe ser difícil imaginar todo el trabajo que los docentes realizan. Más allá de las planificaciones, de las largas jornadas de revisión de pruebas, la preparación de material, entrevistas a las familias y de dar respuesta a múltiples requerimientos de ellas y de los estudiantes; ellos entregan contención, buen humor, cariño y mucha empatía a la hora de mediar conflictos. Seguro algunos aún pensarán que esto no es tan complejo, pero estar 30 años de tu vida en esta labor, sin duda, deja una carga importante, sobre todo en el tiempo dedicado a la familia.
Entre vítores, pancartas, aplausos, obsequios y abrazos, la querida profesora Karime se despedía de su colegio y, al final del pabellón, la esperaban sus hijos y marido, llenos de emoción. De modo simbólico, la devolvimos al espacio más hermoso que uno puede construir como persona y a quienes, muchas veces, no prestamos la oportuna atención que sí entregamos a otros porque la vocación de maestro/a nos mantiene permanentemente preocupados de los demás.
Esta particular condición, sumada a otras, hacen de esta carrera la profesión con más alta tasa de deserción: a los 5 años de ejercicio, cerca de un 40% de los jóvenes maestros renuncia a la docencia. Sin duda, esto es un desafío que debe ser abordado no sólo con políticas en el área, sino con un cambio cultural de la sociedad entera.
No se trata de ser una especie de mártir de la educación que se abandona a sí mismo por sus estudiantes, ni tampoco de llegar al otro extremo autoritario e incapaz de empatizar con las dificultades de quienes trata sólo como si fueran repetidores de su propia voz. Sin embargo, la docencia requiere, hoy más que nunca, de los conocimientos propios de una disciplina en la que, de alguna manera, tenemos que transformarnos en entrenadores del entusiasmo y motivación para que la curiosidad y el deseo de aprender se enciendan en niños y jóvenes.
Una buena idea de parte de las universidades sería, por ejemplo, considerar a docentes que están en su proceso de retiro para realizar talleres a los jóvenes estudiantes de carreras de la Educación. Serían instancias en las que podrían compartir lo que de verdad sucede en las salas de clases, anécdotas y también problemas reales que harían reflexionar a los universitarios y pensar qué habrían hecho en su lugar. Sería tan valioso transmitir esa gran experiencia docente, imposible de encontrar en un manual o en un video de YouTube porque es un tesoro que cada maestro y maestra guarda como propio. ¡Qué hermoso sería tener la oportunidad de ese regalo!
Más allá de los aciertos y los errores, como profesor, siempre queda el sincero deseo de bienestar por sus estudiantes y ellos saben muy bien que cuando uno los felicita, aplaude o anima, es de verdad, es con el corazón porque no hay alegría más grande que verlos volar mucho más alto de lo que uno ha llegado. ¡Muchas gracias por todo Miss Karime!
Publicada el domingo 18 de diciembre en El Diario Austral de Osorno
https://www.australosorno.cl/impresa/2022/12/18/full/cuerpo-reportajes/2/
