«LA OLIMPIADA DE SER PADRES», COLUMNA DE OPINIÓN DE NUESTRO RECTOR LUIS MUÑOZ

Hace unos días atrás se dio inicio a la XXXI versión de las Olimpiadas de Apoderados de Osorno, instancia que congrega a cientos de padres y madres que compiten en diversas ramas deportivas, representando al colegio de sus hijos. La iniciativa no sólo promueve el deporte en sus variadas manifestaciones; sino que también es una manera de educar a las nuevas generaciones a través del método de enseñanza más antiguo: el ejemplo.

¿Cómo no va a ser importante la consecuencia entre lo que pensamos, expresamos y hacemos? Muchos se admiran de una serie de conductas inadaptadas o displicentes que hoy hacen mella en las generaciones más jóvenes, respaldadas por una pseudo cultura de adoración a lo inmediato, a lo pasajero y a la superficialidad.

¿Cómo podemos pretender que los niños y jóvenes se sorprendan ante la naturaleza, las artes, el deporte y/o desarrollen la capacidad de vivir en comunidad si ven a los adultos entrar permanentemente en conflicto con sus vecinos, profesores, jefes o subordinados? Sin duda que la lectura particular del mundo, considerando válida sólo la propia, es un equívoco que, en su corta edad, le ha traído más de un desastre a la humanidad.

La justicia, la responsabilidad, la honradez, el respeto o el trabajo no ocurren por una suerte de espontaneidad en los niños y jóvenes. Son consecuencia de lo que, como adultos, somos capaces de demostrar por nuestros actos todos los días. Es por ello que cada iniciativa cultural, deportiva o científica en la que los apoderados se involucran con pasión y determinación son sustentos valiosos para la acción educativa de las escuelas y liceos.

En mi carrera docente, he verificado el impacto positivo que tiene en los estudiantes ver a sus apoderados -papás y mamás- involucrados en las actividades del establecimiento. Es verdad que, como padres, sentimos que cada vez disponemos de menos tiempo porque, entre la jornada laboral y las labores domésticas, parece imposible asumir con energía y alegría, los múltiples eventos escolares -aniversario, Fiestas Patrias, paseo de curso, beneficios, ferias, etc.-, además la organización de celebraciones, la decoración de las salas de clases o la venta en el kiosco durante horas. Sin embargo, como profesor, puedo asegurar que la alegría, la emoción y sobre todo, el orgullo de los estudiantes, sin importar su edad, al ver a sus padres compitiendo con la camiseta de su colegio; o recortando y pegando decoraciones hasta tarde; o sacrificando su sábado de descanso para ensayar una coreografía o trabajar en beneficio del curso; las miradas de esos alumnos son difíciles de describir con palabras.

Hay una enseñanza fundamental, sin duda, pero también hay una riqueza de emociones que impacta más allá de cada grupo familiar pues dan vida y sentido a eso que llamamos comunidad escolar. Ese grupo de apoderados que no sólo colabora, sino que lo hace con cariño y alegría, siendo los protagonistas de muchas actividades escolares, son una gran inspiración para nuestra labor docente. Provocan que, en días de cansancio o desazón, retomemos la esperanza al sentir que no estamos solos en la hermosa tarea de educar en el establecimiento.

Y es que la familia y el colegio deben ser socios colaboradores en la tarea formadora. Los primeros son quienes buscan y eligen el lugar donde desean que se eduquen sus hijos a la luz del proyecto educativo que declara la orientación de cada institución: el componente humano, sin duda, trasciende cualquier profesión o condición socioeconómica. Y sin duda esa competencia es irrenunciable.

Publicada el domingo 09 de octubre en la página 2 de Reportajes de El Diario Austral de Osorno: https://www.australosorno.cl/impresa/2022/10/09/full/cuerpo-reportajes/2/

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